lunes, 23 de febrero de 2009

1995 - Carta al profesor Jesús Tenreiro-Degwitz

27 de diciembre, 1995

Querido Jesús,

Como puedes ver, llegué a Ahmedabad. Un cambio en el itinerario original nos obligó a olvidarnos de Udaipur -Rajastán- y venirnos a esta antigua ciudad (1411), centro textilero de India. Cerca está el puerto de Cambay, activo desde la antigüedad, donde los romanos, etíopes, somalíes, persas y otros tocaban. Ahmedabad es muy distinta a las ciudades ya visitadas: Delhi, Agra, Varanasi (Benares) y por supuesto Khajuraho que no es más que un pueblo de 6 mil habitantes. La ciudad es grande (3 millones de habitantes) y extensa. Muchas edificaciones modernas, motonetas, y los hombres en su mayoría visten como nosotros. La gente se ve más citadina y franca.

Estoy sentado justamente frente a la Asociación de Textileros, cuya sede diseñó el maestro Le Corbusier. El río Sabarmati nos separa, pero éste está seco en esta época del año. Ayer visitamos este edificio que es hermoso, espacioso, fresco e interesante en sus espacios. El cocinero de la cantina (oriundo de Goa) y el jardinero (35 años trabajando allí) nos mostraron todo el edificio, que aún funciona pero está descuidado. Les rebajaron los sueldos ya que muchas textileras están cerrando (¿?). De allí conseguimos dar con la Villa Shodan que es un espectáculo. Una estrecha, profunda y arbolada entrada donde viven muchos monos (y saltan frente a uno) esconde esta monumental escultura de concreto. Una lomita de grama muy cuidada detrás de la casa está rematada con una piscina irregular (vacía ahora porque es época “fría”). Allí nos sentamos a contemplar la fachada posterior – que es la mejor. Los empleados limpiaban los pisos de la casa y arreglaban y regaban el jardín. La casa está toda abierta para contemplarla por fuera pero no nos dejaron penetrarla (traspasarla, mejor). Es extraño pensar que un suizo haya podido interpretar este clima tan bien. Más extraño es comprobar que Le Corbusier no haya conseguido proyectos como este en Europa y los EE.UU.

Ayer llegamos temprano a esta ciudad (08:15) y luego de registrarnos en el Hotel Cama y comprar un plano de la ciudad, tomamos un rickshaw motorizado y nos fuimos a la zona universitaria. Encontramos el Instituto Indio de Administración (Indian Management Institute) y estuvimos recorriendo el campus más de 3 horas. Es difícil describir lo que uno siente cuando tiene frente a sí esos muros de ladrillo sin más nada que aperturas circulares, arcos, y vigas de concreto como adorno que imprimen una dinámica atemporal a esos volúmenes perfectos y puros. Es difícil, porque después de 20 años estudiando Arquitectura, uno descubre no ser tan ateo y que la Religión puede tomar otras formas. El Instituto estaba en clases y la gente con quien conversé expresó satisfacción y orgullo por estas edificaciones.

Visitamos la biblioteca,las aulas-anfiteatros, los dormitorios, sus baños (hice pipí), los jardines, las casas del profesorado, de los empleados, los jardines, pasillos y corredores. Obtuvimos un permiso y pudimos fotografiar. A pesar de la buena ejecución del proyecto y de un relativo buen mantenimiento, el ladrillo es de muy mala calidad. Muchas paredes y muros tienen grietas y los ladrillos se ven partidos en dos. Los arcos rebajados (reforzados con vigas de concreto) muestran grietas de un extremo al otro (por debajo). Hay fachadas donde el ladrillo se ha emblanquecido (fluorescencia creo se llama ese fenómeno), otras con filtraciones. Las puertas son de madera de mala calidad. Ojala que alguien tome medidas (¿Fundación LIK?) porque ese conjunto podrá destruirse solo. Es interesante comparar a Le Corbusier con Kahn (lo haremos personalmente). Finalizada la visita, seguimos al Museo Mehta (de miniaturas). Está vuelto un asco. Una feria industrial acababa de finalizar pero aparte del relajo, el edificio lo tienen vuelto una mierda. Un volumen parecido al museo de Tokio, sobre “pilotis”, con una rampa de acceso y un patio con lucernario. Al lado, B.V. Doshi, arquitecto indio que trabajó con Le Corbusier diseñó un teatro en memoria de Tagore. No está mal pero Villanueva lo hizo mejor.

Esta mañana nos levantamos con el propósito de visitar el Museo Calico de Textiles (Fundación Sarabhai) y ver si nos dejaban entrar en la otra casa de Le Corbusier para esta misma familia. El museo lo encontramos cerrado (por ser miércoles y por ser 27 de diciembre) pero por el portón de madera a la entrada estoy seguro que este museo debe ser único en la India. El portero -un sij- nos indicó cómo ir a la Casa Sarabhai. Dentro de un parque que llaman The Retreat una portería guarda el acceso a unas 6 casas, cada una dentro de un gran jardín arbolado con aves y monos. Expliqué mi problema y el portero llamó dentro. Una señora en inglés me interrogó breve y cortésmente y permitió nuestra visita. La modesta entrada y las esculturas y tallas de madera que poseía el jardín hablaban de un sitio especial y de unos dueños exquisitos. Un sirviente salió descalzo a recibirnos. Nos invitó a entrar -descalzos- a una fresca y penumbrosa estancia. Allí estaba todo como en la última fotografía. Las bóvedas catalanas, los tabiques gruesos, los colores de Le Corbusier, el mobiliario, una mesa de café hecha de un tronco o raíz de un gran árbol, etc. Cuadros pintados por Le Corbusier adornaban algunas paredes. También Rauschenberg y otros desconocidos por mí. El sirviente recogió las persianas de bambú y descubrió el jardín posterior con la piscina, el tobogán de agua y varios perritos salchichas aparecieron ladrando. Llegaron 2 parejas de arquitectos americanos acompañados de un viejo artista -pintor- indio que los guiaba y había conseguido la cita. Uno de ellos trabaja y enseña en la Universidad de Los Ángeles. Me dieron las gracias por permitirles visitar la casa. ¿Será que me vieron como en mi casa, o la barba me hace algo indio? Les aclaré mi identidad. Tomé fotos por fuera solamente. Al final de la visita los sirvientes tenían un libro de visitantes esperándome abierto. Unos han dibujado, otros han dejado sus huellas digitales con la sangre de la mordida de uno de los perritos. Muchos visitantes han sido españoles pero los hay de todo el mundo. Escribí unas líneas expresando mi emoción por la visita y agradeciendo a la señora Sarabhai haberle provisto a Le Corbusier la oportunidad de habernos dejado la expresión de sus ideas arquitectónicas. Luego de una pausa agregué una postdata diciendo que tú y Oscar seguramente se emocionarán cuando les cuente sobre esta visita. Lo mismo Antonio Ochoa. Al llegar aquí ya estaba yo presa de un ataque de sentimentalismo y lloré un rato sobre el libro frente al silencio de los dos sirvientes y de Fanglin. Han sido dos días de mucha carga emotiva y ustedes dos han sido como obispos de esta religión que es la Arquitectura y discípulos de estos maestros -Maestros- que fueron Le Corbusier y L. Kahn. Tampoco podía dejar a Antonio fuera de este homenaje dadas las dificultades que empiedran el suyo camino hacia la Arquitectura.

El Sol ya está a punto de ocultarse tras los edificios de la orilla Oeste del Sabarmati. El edificio de la Sede de Textileros se ve oscuro y sólo destaca la viga de la cornisa y el módulo blanco de los servicios. Hay un elemento inclinado (la cantina) al lado izquierdo y un elemento vertical de concreto que resalta del medio de la azotea. Un grupo de niños juega con cometas sobre el lecho seco del río y grandes pájaros negros vuelan en grupo frente a mi ventana. Ya se comieron la guayaba y la mandarina que les puse frente a mí.

Mañana temprano dejaremos Ahmedabad. Volaremos a Delhi y en la tarde viajaremos en tren (3 horas) a Chandigarh (que sí estaba en el programa). Supongo que como están las cosas ¡será como llegar a la Plaza San Pedro y al Vaticano! Amén.

Feliz 1996 para ti, Ana, Valeria y, por supuesto, a Oscar y Nubia a quienes, si no es mucho pedir, me gustaría le mostraras esta carta y las fotos que espero adjuntar.

Alumno,
Víctor 8A